Mi esposa regresó ayer de Colombia. Estuvo unos días en Bogotá acompañada de su hermana. No habían estado antes allí y estas son las impresiones que se trajeron de esa experiencia:
1.- Bogotá es una hermosa ciudad que conserva un extenso patrimonio arquitectónico, muy limpia, con un clima muy agradable y en la cual se respira seguridad personal.
2.- La gente es espectacularmente atenta, amable, hospitalaria. Desde el servicio de inmigración, pasando por taxistas, empleados de hotel, dependientes de los distintos negocios, tiendas, restaurantes, que pudieron visitar, parecen funcionar de manera orquestada hacia un mismo fin: Hacerle sentir bien, obligarle a que se lleve Ud. la mejor impresión de su país y en consecuencia que le queden ganas de volver.
3.- Al notar que eran venezolanas, la mayoría de las personas, disculpas de por medio, le expresaron su rechazo a las agresiones del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, hacia el presidente Alvaro Uribe y un fuerte respaldo a la gestión de este.
Me dice mi esposa que al regresar a Venezuela todas aquellas impresiones se reforzaron, por contraposición, desde la experiencia del aeropuerto, donde en inmigración comienza el trato descortés y continúa con los taxistas y con casi la generalidad de negocios e instituciones, entre nosotros mismos, los venezolanos; y con seguridad, este es el mismo trato que se le dispensa a los turistas que nos visitan. Nuestra ciudad capital, Caracas, luce sucia, descuidada, caótica; los índices de homicidios, agresiones, secuestros, son de los más altos del mundo. Mientras que contradictoria y trístemente, Uribe cuenta con el respeto de más venezolanos que los que respaldan al presidente Chávez...
¿Qué nos pasó?, ¿a dónde se fue el carácter amable, jovial, cortés que nos caracterizaba?,¿Por qué parece que estamos de mal humor 24 horas al día?, ¿de dónde viene esa violencia apenas contenida que expresan los rostros de muchos conductores en el tráfico infernal de Caracas? No soy psicólogo, tampoco sociólogo, pero no me queda ni un ápice de duda acerca del origen de este cambio y no es otro que el modelaje que desde la presidencia de la República y de los demás poderes del estado se viene haciendo desde hace casi diez años. El discurso violento permanente, la agresión hacia todo lo que esté en la acera contraria a la línea de pensamiento y acción del gobierno, el mal funcionamiento de los servicios, la inflación galopante, la escasez de algunos rubros alimenticios, la grosera ostentación de bienes sospechósamente adquiridos por funcionarios de la administración pública, la inseguridad personal desbordada que abarrota las morgues de las ciudades sin que se vea otra acción que el bla,bla,bla,bla, cansón, impertinente, irrespetuoso, desgastado.
¡Cuánto mal se le ha hecho a Venezuela en dos lustros de desgobierno! Lo económico se puede arreglar, lo material ya se hará más adelante; pero, ¿cuánto costará reparar el daño psicológico y cultural..? Espero que, al menos, haya quien pague por ello...
P.D.: Terminando estas líneas me dice mi esposa que le sacaron un perfume de su equipaje y, aunque no hay forma de probarlo, ella jura que fue en Maiquetía (Venezuela). Esa es la resultante de todo lo arriba expuesto y que se puede condensar en un sólo concepto: Confianza.