
Sin duda que la noticia del día es la confirmación por parte de las FARC de la muerte de Pedro Antonio Marín, alias "tirofijo", alias "Manuel Marulanda Vélez", fundador y comandante del movimiento que, habiendo nacido como fuerza insurgente, devino en grupo de terror, extorsión y narcotráfico; supuestamente ocurrida el 26 de marzo de los corrientes, es decir, casi dos meses atrás. Característico de estos grupos, característico de todos los movimientos que se cobijan a la sombra de la mentira, el ocultamiento y las medias verdades, posponer lo irreparable tanto como sea posible, ganar tiempo, y al final no tener otra cosa que el refuerzo de esa imágen de mentidores, de adulteradores. ¿Quién puede creer hoy día en un movimiento como las FARC?. Dentro de ese manejo "estratégico" de la realidad inocultable de su descalabro y de las tácticas que lo acompañan, está el reconocer la muerte del hombre, pero tergiversando el "cómo"; obviamente, esto es sólo mi opinión: Marulanda no murió de un infarto; su muerte ha sido la consecuencia del cerco que le impuso el ejercito colombiano, que le bombardeó durante jornadas consecutivas sin tregua, llevándole, se dice, a escribir en un correo: "¡...estoy viendo al diablo sin cola y sin cachos!", como una expresión de lo mal que la estaba pasando ante la ofensiva militar del Gobierno colombiano. Claro, para los voceros FARC es impensable admitir tal cosa, porque es la evidencia más clara de lo cerca que está su final como grupo armado. Pregúntese Ud. sobre la magnitud de la seguridad que debió tener el jefe guerrillero y en consecuencia la eficiencia del ejército en penetrarla y causarle la muerte; y si esto sucedió con el "jefe mayor", ¿Qué le espera al resto de la guerrilla..?, desmoralización, delaciones, traiciones, combates entre ellos, desmovilización masiva de sus efectivos, cansados de una lucha inútil, del hambre, de la renuncia a vivir como seres humanos por un ideal desdibujado y manchado de sangre inocente, drogas y sinrazón. Tirofijo, con su carga "mitológica" era un aglutinador de ese movimiento, si bien lo más probable es que ya no fuera el estratega y real líder militar. Ahora, la desbandada es, para mí, lo más probable, aunque no descarto que en el interín intenten acciones desesperadas por revertir la imagen de derrota que flota sobre ellos como un vaho premonitorio del final. Hay quienes sostienen que el conflicto de Colombia no tiene salida militar, sobre todo los que meten las manos al fuego por la guerrilla. Creo que si los insurgentes no dan un paso al frente para propiciar una salida negociada su final no esperará los albores del año entrante.
José Bianco