sábado, 21 de marzo de 2015

"¡No sospecho de nadie, pero desconfío de todos!"

Son ya muchos y largos los años de esta mala historia. Historia escrita con los fluidos viscosos y putrefactos de los más bajos instintos que el ser humano sea capaz de albergar, visto lo hasta ahora visto, y con pronósticos de ponerse peor. Escrita desde las fauces babeantes de la envidia y el resentimiento, desde la necesidad visceral de la detentación del poder, por el poder mismo, por la multi orgasmia que imaginarse instalado en él produce a los que van por la vida sin honor, sin dignidad ni autoestima, soñando con lujos y riquezas de fácil obtención y, sobre todo, saldando cuentas que, reales o imaginarias, solo a ellos se les ocurre llevar registradas en una libretita mugrienta de tanto sobarla, como un escapulario. Más triste aun, que algunos, muy, muy abajo en la escala de la iniquidad, pero muy alto en la de la idiotez, disfruten desde su miseria en el festín de las migajas, las conquistas de quienes, de palabra y muy condicionalmente, les "reivindican"; se vean representados en sus lujos y prepotencia, en su odio y patanería. Hasta que aquellos se convierten en sus verdugos. Pero así es la cíclica historia de la humanidad en sus procesos de limpieza que ahora nos tocó en propia piel.

A diario leo las noticias, las redes sociales, los comentarios y los análisis sobre Venezuela, su crisis, la inseguridad, la inflación, desempleo, compra desmedida de armas, hospitales que no funcionan, servicios públicos de inframundo, la corrupción, presos políticos, estudiantes asesinados, presuntos nexos con el terrorismo internacional, drogas, lavado de dinero, el abuso de sus funcionarios públicos, la escasez, la falta de oportunidades y ese largo etcétera que agobia, aturde, sofoca y me parece que todo fuera parte de una composición teatral, literaria, una novela de esas que, en aquellos años de "éramos felices y no lo sabíamos", nos sentábamos a ver en familia, noche tras noche, subyugados por sus retorcidas tramas; pero no, ninguna le llegó ni a las pantorrillas a la truculencia de la realidad del socialismo del siglo XXI. Se volaron la barda, record Guinness, barbarazo, tremendo, enorme, increíble, extraordinario. Difícilmente se les pueda superar porque, además y con gran entrega, ellos se superan día con día, tanto, pero tanto, que sin pensarlo, digo yo, han quemado sus naves. ¡Oh, tragedia!

Y es una tragedia cuando, v.g., un grupo de asalta bancos experimentados, por una falla en el plan, asesinan a varios de los empleados y clientes, toman rehenes, los cerca la policía, ven cerradas las salidas y saben que negociar significa ir a la cárcel, de todas, todas. Entonces el pánico se mete en los tuétanos y buscan huir, hacia adelante; el resto es cuestión de escalas.

Ojalá los políticos y analistas de oficio de la oposición democrática venezolana sepan muchas cosas que el común de los mortales no sabemos y que esa distancia que parece crecer entre lo que la gente piensa y los políticos dicen y hacen no es más que parte de la "estrategia"; y que esa panacea a la que llaman "elecciones legislativas" lo sea en realidad. Otro "ojalá" y no nos salgan con que ganamos pero nos robaron y como el que nos robó es el mismo que debería cuidar que no nos roben estamos jodidos, oootra vez. ¡Ah, y no hay plan "B" porque el plan "B", que debió ser el "A", ya lo quemó Leopoldo con "La Salida" y segundas partes nunca fueron buenas...y, siguiendo con las habituales cantinfladas: "¡así que calladito y derechito para su casita que el 2019 está a la vuelta de la esquina y ahí si que le vamos a ganar al bigotudo, que si Ud. lo ve desde otro ángulo podría ser hasta peorcito él, ¿no me le parece?!"

Nos "empavó" Cristobal Colón al bautizar a esta tierra de gracia como "Venezuela" o "pequeña Venecia"...aquella, la del mar Adriático, se hunde dos milímetros por año por causa del calentamiento global; esta, la del mar Caribe lo hace a metros por segundo por el enfriamiento de las bolas de los venezolanos que, dado su oficio, les toca liderar la emancipación del país de las fauces totalitarias; pero prefieren darle tiempo al tiempo porque, según vaya viniendo, vamos viendo.

"¡No sospecho de nadie, pero desconfío de todos!" Mario Moreno Reyes - Cantinflas

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